Recaida en el tabaco: estrategias de prevención

La recaida en el tabaco tras un tiempo sin fumar es algo habitual en los ex-fumadores. El período más crítico son los primeros seis meses de abstinencia. Este riesgo tiende a disminuir y estabilizarse a partir del año, siendo significativamente menor entre el tercer y el quinto año.

Los estudios indican que la recaida en el tabaco, al igual que en otras sustancias adictivas, forma parte del proceso de abandono. Estoy totalmente de acuerdo, pero con un matiz, no debe ser algo que se de por hecho (pues no todo el mundo recae), sino que debe tomarse en cuenta como parte del tratamiento para elaborar una estrategia de prevención.

Lo primero que hay que tener en cuenta son las situaciones de riesgo de recaida en el tabaco más habituales:

– un estado emocional negativo, que puede estar propiciado por situaciones estresantes en casa o en el trabajo, problemas interpersonales, períodos de ansiedad o depresión, etc.

– una “bajada de la guardia”. En determinadas circunstancias especialmente relacionadas con el ocio, las fiestas, etc., es muy común que aparezca cierta impulsividad hacia el consumo propiciada por un ambiente de diversión y relajación que está muy asociado al consumo de tabaco. Esto hace que la persona baje la guardia.

¿Qué se puede hacer entonces cuando un ex fumador se encuentra en alguno de estos casos?

  1. Evitar situaciones de riesgo, especialmente durante las primeras semanas tras el abandono del consumo. Por situación de riesgo se entiende aquella que está muy asociada al consumo de tabaco y en la que el autocontrol puede disminuir dando paso a cierta impulsividad a consumir. Aunque algunas pueden ser específicas para cada persona, existen ciertas situaciones de riesgo más generales, como acontecimientos sociales o familiares importantes (bodas, navidades, etc.) o momentos de ocio (reuniones con amigos, salidas nocturnas, etc.)
  2. Sin embargo, existen ciertas situaciones, que aunque sean de riesgo, no son susceptibles de ser evitadas. En estos casos hay que poner en marcha estrategias de afrontamiento como recordar los motivos que nos llevaron a dejar de fumar, así como los beneficios que hemos obtenido por ello y las consecuencias negativas de volver a fumar. Dirigir nuestro pensamiento y/o conducta hacia otra alternativa más apropiada: pensar en algo que nos resulte motivante o positivo, o por ejemplo, si estamos en una fiesta, retirarnos del grupo en el que otros están fumando.
  3. Pre-visualizar la posible situación de riesgo. Identificar momentos “potencialmente peligrosos” y preparar nuestra respuesta de antemano. Esto nos hará sentirnos más seguros y con mayor control sobre la situación.
  4. Manejar el estrés cotidiano. Respirar hondo o practicar algún método de relajación que nos permita afrontar la tensión de forma exitosa sin identificarla como un estímulo para fumar.
  5. Aprender de alguna recaida en el tabaco que pudo haber en el pasado.
  6. Buscar ayuda profesional siempre que lo necesites.

Como le digo a las personas que pasan por mi consulta para dejar de fumar, hay que tener dos conceptos muy claros en este sentido:

  • No existen fumadores a medias. El consumo esporádico en una persona que lleva tiempo sin fumar da una falsa sensación de control que lleva a que progresivamente se aumente dicho consumo provocando una recaida en el tabaco.
  • hay que distinguir entre una “caida” y una “recaida”. El primer concepto es un consumo aislado que se puede y se debe controlar para que no desemboque en una recaida en el tabaco.

Como siempre, espero que esta información os resulte útil.

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