Dejar de fumar es uno de los propósitos que la mayoría de fumadores se ha planteado a lo largo de su vida. La población, en numerosas ocasiones, desarrolla adicciones difíciles de erradicar. Estas, normalmente, se relacionan con situaciones de ansiedad o estrés. De manera que, mientras mayor nerviosismo se tenga, más difícil será salir de este tipo de conductas.
Se puede afirmar el hecho de que la crisis actual motivada por la pandemia de la COVID-19 ha aumentado la dificultad que se tiene para abandonar hábitos nocivos. Entre ellos, evidentemente, dejar el tabaco; una costumbre que, anualmente, acaba con la vida de numerosas personas en España.
Tabaquismo y COVID-19
El confinamiento y la crisis motivados por la pandemia del SARS-CoV-2 ha provocado que mucha gente inicie rutinas y prácticas más saludables. Dejar de fumar ha sido uno de los principales propósitos de determinados perfiles, circunstancia que, sin embargo, pocas veces ha sido cumplida. Tan solo el 6 % de los que han intentado dejar de fumar en España en el último año lo ha conseguido. Aproximadamente, un 6 % de fumadores ha conseguido reducir el hábito durante el confinamiento.
Y es que la dificultad de dejar estas prácticas durante la pandemia consiste en que uno se encuentra en una situación de estrés y tristeza provocada por la ausencia de vida social, distanciamiento interpersonal y restricciones a la movilidad. Todo ello evita que se pueda disfrutar de muchas aficiones, como viajar, reunirse con la familia y los amigos y realizar actividades que gustan.
Toda esta ausencia de normalidad se traduce en estrés y falta de tranquilidad, lo que aumenta el riesgo del surgimiento de adicciones y, por ende, la dificultad para poder acabar con ellas.
El tabaquismo puede ser mortal para los pacientes de COVID-19. Dejar de fumar se hace esencial para conservar la salud, por lo que vale la pena ponerse a ello.