Existen múltiples opciones que contribuyen a dejar de fumar. Desde estas líneas, se va a poner el foco sobre una de las más novedosas: la del laser para dejar de fumar. En este texto se explica el proceso que conlleva este método y cómo puede ayudar a fumadores que no pueden eliminar ese hábito por sí solos o lo han conseguido dejar y quieren controlar la ansiedad que provoca.
¿En qué consiste?
La nicotina del tabaco funciona como un estupefaciente, generando dependencia en la persona que la consume. Es por ello que farmacéuticas y equipos médicos han querido ir más allá y han inventado otra alternativa a los tratamientos convencionales para dejar de fumar. Se trata del láser de diodo, que, usado a baja potencia, consigue elevar las endorfinas a niveles más altos que los que produce el propio tabaco. De esta manera, se logran calmar la ansiedad, mejorar la calidad del sueño y tratar directamente la tristeza o la desidia. Por lo tanto, se debilita el ansia por fumar y se consigue eliminar del todo las ganas de encender un cigarrillo.
Esta alternativa suele ir acompañada de tratamiento psicológico. Puede darse antes de empezar el proceso, para reforzar la decisión y preparar al paciente con charlas sobre hábitos de vida saludable, o después. En este caso, sus finalidades son comprobar el estado del paciente y recomendar una segunda sesión de refuerzo, si fuera necesario. Se llega incluso a hacer seguimiento durante un año, por si hubiera una recaída.
Cabe destacar que este tipo de terapia no se asocia a contraindicación alguna. Se ha demostrado que tiene entre un 80 y 90 % de éxito. Es por ello que cualquier persona puede someterse al láser para dejar de fumar, ya que supone una alternativa natural, inocua, indolora y que no acarrea efectos secundarios.